
Anteriormente les expliqué que su forma física y psicológica depende de su deseo de vivir. Pero, ¿cómo se gestiona ese deseo de vivir? Todo comienza en un pequeño centro situado en la parte más arcaica y animal de su cerebro. Los anatomistas lo llaman el hipotálamo, yo lo llamo el Pulsar de la Vida, porque su rol es emitir la necesidad y el deseo de vivir, de manera similar a cómo el corazón pulsa la sangre. El Pulsar emite una energía que activa comportamientos de búsqueda de recompensa.
Aquí hay un ejemplo. Cuando sus células carecen de glucosa, se siente hambre. Usted come y la recompensa llega en forma de placer asociado con una liberación de serotonina. Esta acción adquirió su estatus de recompensa desde el momento en que nació nuestra especie.
Las recompensas están inscritas en la genética. Han sido las mismas siempre y en todos los lugares. He trabajado sobre estas recompensas y los comportamientos naturales que nos impulsan y nos ayudan a obtenerlas. Encontré 10 recompensas. ¡Busqué una 11ª, sin éxito!
- La primera de estas recompensas es proporcionada por la comida. Es la recompensa que produce más serotonina, porque no alimentarse conduce a la muerte.
- La segunda es proporcionada por la sexualidad y el amor. Es casi tan importante como la comida, porque sin sexualidad, la especie no se reproduce y desaparece.
- La necesidad de ejercer poder, dominio o competencia.
- La necesidad de un entorno natural.
- La necesidad de hacer funcionar el cuerpo, de usarlo para vivir.
- La necesidad de estar juntos y pertenecer a un grupo.
- La necesidad de jugar y divertirse.
- La necesidad de seguridad en un hogar o territorio propio.
- La necesidad de lo sagrado, de creer en algo más grande que uno mismo.
- Finalmente, la necesidad de belleza.
Cuando satisfacemos estas necesidades, generamos una sensación de placer en la superficie y una liberación de serotonina en lo profundo. Esta serotonina liberada regresa al Pulsar de la Vida para recargarlo y mantener el deseo y la necesidad de vivir. Es a través de este sistema de funcionamiento que se toma la decisión de adelgazar.
A menudo, mis pacientes que han engordado a pesar de odiarlo y a quienes les pregunto por qué siguen engordando, me responden: “Es más fuerte que yo”. Y es cierto, esto sucede sin que ellos lo sepan.
Si usted engorda y culpa a su falta de voluntad o su gula, se está equivocando. Es el Piloto quien lo quiere y decide por usted, simplemente porque necesita serotonina. Les explicaré por qué en mi próximo artículo.
Dr. Pierre Dukan