Les he hablado de la película animada La Horda Azucarada, cuyo guion he escrito y cuyos personajes he creado, y que fue seleccionada en el festival nacional de cine de animación.
Ahora les contaré cómo nació esta aventura.
Un día, mi pequeña Ellie, de quien estoy enamorado desde que me mira con sus grandes ojos traviesos llamándome Papipierre, me pregunta por qué sus padres no la dejan comer todos los pasteles del mundo.
Entonces, como le encantan las buenas historias y yo me he vuelto especialista en contarlas al criar a mis propios hijos, la tomo en mis brazos y le cuento lo siguiente:
“Un día, un hombre tan goloso como tú y que tenía una barriga muy grande, paseaba por una tienda donde vendían galletas. Allí, como siempre, metió algunos paquetes de galletas en su carrito. En el camino, abre uno de esos paquetes y se mete una galleta, luego dos, luego tres, y en menos tiempo del que se tarda en decirlo, ya ha acabado su paquete.”
“¡Increíble! me dice Ellie, ¡qué suerte tiene ese señor, me encantaría ser su amiga!”
Mi historia empezaba mal, así que continué de esta forma:
“Sí, Ellie, pero lo que no sabes es lo que pasa cuando esas galletas llegan al estómago de ese señor y luego a su sangre.”
“Dime, Papipierre, ¿qué hacen esas pequeñas galletas?”
“Primero, llegan al estómago apenas masticadas, porque este señor tiene tanta prisa que olvida masticarlas. Es su estómago quien hace el trabajo, y luego la papilla llega al intestino y desde allí entran al mundo de la sangre.”
“No es divertido tu historia, Papipierre, no es bonito ver la papilla y todos esos tubos.”
Es cierto, mi preciosa, pero es ahora cuando todo se pone genial, escúchame bien.”
Olvida la papilla, lo que entra en la sangre son los malvados Sucrins, unos horribles pequeños guerreros con cascos con cuernos y picos en las manos. Se deslizan por un gran tobogán y se encuentran cara a cara con las cinco hadas rojas.”
“¿Por qué son rojas?”
“Porque son las hadas guardianas de la sangre y sus vestidos rojos fluyen como un río. Son cinco porque cinco litros de sangre circulan por nuestro cuerpo.”
“¿Yo también tengo cinco litros de sangre?”
“No, pero cuando seas grande, los tendrás.”
“Cada una de esas hadas sostiene en sus manos protectoras a su pequeño Príncipe, el gramo de azúcar que da vida. Se asustan ante este ejército de malvados Sucrins y corren hacia su protector, el Rey Páncreas, el terror de los azúcares malos.”
La historia es larga y probablemente mágica, porque desde que se la conté, mi pequeña Ellie ya no corre tan rápido detrás de todos los pasteles.
Entonces, pensando en los otros niños que no tienen un abuelo nutricionista, escribí esta historia en papel, la convertí en un texto y luego en un guion. Se lo mostré a una directora que aceptó convertirla en una película animada para todos los niños y padres del mundo que necesitan magia y poesía para entender que los azúcares no son sus amigos.
Hoy les presento uno de los ocho personajes de esta película: el Rey Páncreas. Ya les dije que es él quien, protegiéndolos de la mortal ascensión del azúcar en su sangre, le pide a la Reina Insulina que transforme esa glucosa en grasa. La próxima semana les presentaré a este segundo personaje, luego uno por uno hasta la decisión del jurado del festival, y entonces les presentaré la película misma. Lo que debo decirles es que un hombre prodigioso ha querido prestar su voz a todos estos personajes. Ese hombre es Gérard Depardieu, a quien nunca agradeceré lo suficiente por su generosidad y su sencillez. ¡Un homenaje a este hombre!
