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Veganismo y vegetarianismo

He leído atentamente el mensaje de una internauta que plantea un problema importante, el del veganismo, el vegetarianismo y la alimentación que incluye el consumo de productos animales. Nos encontramos en un terreno donde se enfrentan consideraciones de naturaleza radicalmente diferente.

Está el punto de vista de nuestros orígenes y el de la genética de nuestra especie. Hemos sido programados durante 200.000 años para vivir con un modelo global de vida de cazadores-recolectores, tanto en términos de digestión, asimilación de alimentos, metabolismo, anatomía, y aún más en nuestros comportamientos.

Esto no es una opinión, sino un hecho científico, la constatación de nuestra naturaleza que aún vibra dentro de nosotros, aunque en los últimos 7 a 10.000 años hayamos desarrollado una cultura que se aleja progresivamente de nuestra naturaleza.

Se comprende fácilmente que esta divergencia provoca un desgaste y una adaptación que se traduce en una multiplicación de los factores de estrés, definidos por el Prof. Selye como un trastorno de la adaptación.

Hay otro punto de vista, que es el de la conciencia sobre el sufrimiento animal. Se trata de un enfoque estrictamente individual y, más ampliamente, de una transferencia de nuestra empatía de especie hacia otras especies.

No se puede debatir contra convicciones que son casi religiosas. Cuando escuchamos a activistas por la defensa de los animales discutir con cazadores, comprendemos que cada uno tiene su verdad. Para estos activistas, el vegetarianismo parece ser la opción lógica.

Tomar leche de una vaca o huevos de una gallina incluso podría justificar su crianza y el intercambio entre el criador y el animal, que beneficia a ambas partes.

También está el punto de vista de la protección del planeta y de la ecología, y es ahí donde se sitúa el movimiento vegano. Sí, es cierto que la ganadería exige más a la tierra que la agricultura. Desde este punto de vista, la tierra no sufre más con una alimentación vegetariana que con una vegana.

Pero, a decir verdad, los factores que contribuyen al calentamiento global son tan numerosos que la elección alimentaria no parece ser la más decisiva.

Finalmente, está el punto de vista del nutricionista, que examina el plato de los tres tipos de comensales. Este punto de vista es el mío y debo compartirlo con ustedes.

El ser humano puede comer de estas tres maneras, pero cada una tendrá múltiples repercusiones en su salud física y mental. El criterio más importante a nivel biológico son las proteínas. Este nutriente es el único que no somos capaces de sintetizar por nosotros mismos, por lo que debemos obtenerlo del entorno, ya sea animal o vegetal.

Resulta que solo las proteínas animales aportan todos los aminoácidos esenciales, sin los cuales no podemos crear nuestras propias proteínas. Es posible obtenerlos a partir de proteínas vegetales, pero solo si se combina cuidadosamente cereales y legumbres, y esto se conoce desde apenas dos generaciones.

Si se es vegetariano, el riesgo de deficiencia proteica es bajo. Pero si se es vegano, el riesgo es elevado y las consecuencias pueden ser graves.

Finalmente, está el punto de vista de la persona que sufre por su sobrepeso, un poco, mucho o muchísimo, según su propia ecuación personal. Desde esta posición, surge el problema de elegir su modelo alimenticio.

Este es el único punto de vista sobre el que puedo dar mi opinión: es más fácil adelgazar con un modelo que incluya proteínas animales que con el vegetariano, por muchas razones que sería demasiado largo detallar aquí.

Pero sí es posible, porque además de la leche y los huevos, hoy existen, además del tofu, otras proteínas vegetales como el Seitan y el Tempeh.

En cambio, adelgazar en modo vegano me parece extremadamente complejo y peligroso si no se está perfectamente acompañado por un nutricionista o dietista. En cualquier caso, no recomiendo a los veganos intentar adelgazar con mi método. Adelgazar es difícil, no recuperar el peso perdido también lo es, y elegir el camino más arduo no es la mejor opción.

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