Mañana, en mi transmisión en vivo, hablaré sobre los buenos y malos hábitos que favorecen el sobrepeso.
Pienso, por ejemplo, en aquellos que comen demasiado rápido, que no beben suficiente agua, que picotean después de la cena o comen frente a la televisión, que no se mueven lo suficiente o evitan las verduras, que se acuestan demasiado tarde, que comen la fruta antes de la comida, que se saltan comidas, que compran alimentos azucarados para sus hijos y comen con ellos, aquellas que terminan los platos de los niños o que se sienten obligadas a terminar su plato aunque ya no tengan hambre, que siempre toman el ascensor aunque sea solo un piso o dos, aquellas que nunca cocinan y compran platos preparados, que van demasiado seguido a McDonald’s, que beben refrescos azucarados, aquellas que abusan de la fruta, que se levantan de noche para picar lo que encuentran en el refrigerador, aquellas que no comen pescado porque hay que prepararlo para que tenga sabor, aquellas que siempre comen lo mismo.
Les pido un favor: si en esta lista no encuentran el mal hábito que ustedes sufren, envíenme un pequeño mensaje para comunicármelo, para que pueda ayudarles a reducirlo. El mayor beneficio de trabajar sobre los hábitos es transformar un mal hábito en un buen hábito, como alguien que apenas come verduras y se convierte en alguien que comienza a descubrirlas y a disfrutarlas.
