
Hoy les propongo un poco de exotismo: los llevo a Afganistán. Tuve la suerte de conocer este país magnífico y violento antes de que se convirtiera en un país de riesgo. Me encontraba con mi guía en la región de los lagos colgantes, una zona montañosa que el intenso frío invernal aislaba del resto del mundo. En invierno, numerosos lobos hambrientos rondan día y noche alrededor de los pequeños pueblos aislados. La única defensa depende de un ejército de perros aún más feroces que los propios lobos. Los afganos les cortan las orejas y la cola para evitar cualquier mordida accidental.
Un día, mi guía me dijo que estas poblaciones extremadamente resistentes tenían una única debilidad: los ojos de los niños, cuyas infecciones eran responsables de un gran número de casos de ceguera. Sabiéndolo, tomé la precaución de llevar colirios antisépticos y decidimos detenernos en uno de esos pueblos. Llegamos en Land Rover y vi correr hacia nosotros una horda de estos perros dogo que aullaban, mostrando una agresividad tal que llegaban a morder las ruedas de nuestro 4×4 en marcha. Mi guía me propuso entonces bajar para ir a encontrarnos con el jefe del pueblo.
“¡Imposible, habría que estar loco para poner un pie afuera!” El jefe del pueblo llegó y, comprendiendo mi preocupación, se volvió hacia sus perros y, en su lengua, lanzó un terrible aullido modulando el tono. Por increíble que parezca, los perros se callaron y se derrumbaron en el suelo como inofensivas alfombras.
Tan pronto como todos los niños fueron atendidos, el jefe quiso agradecerme y me ofreció un secreto que ahora les transmito: lo llamo la Marcha Afgana. Es una forma de caminar que permite desplazamientos largos sin causar fatiga. Les aconsejo probarla.
De pie, en posición de marcha, ajusten el ritmo de sus pasos con el de su respiración. Durante la inspiración, adelanten el pie derecho hasta colocarlo delante. En ese momento, el pie izquierdo parte, dobla al derecho detenido y se coloca delante.
Al exhalar, el pie derecho vuelve a moverse, supera al izquierdo y se coloca delante.
El interés de esta técnica es poder caminar a cualquier velocidad con una oxigenación completa. Esta oxigenación es útil por dos razones. La primera es que pueden caminar tanto como deseen sin fatigarse. La segunda, que nos interesa especialmente, es que permite quemar más oxígeno y, por lo tanto, más calorías, facilitando así la pérdida de peso. Un tronco en la chimenea se quema más rápido si activas un fuelle. Esto confirma tanto la importancia de caminar como la de la oxigenación.